sábado, 9 de febrero de 2013

Las muertes de Juan


Nunca pudo saberse bien. 
Ni interesa saber por qué no pudo saberse.
Ciertamente, Juan era un suicida en potencia.
El 29 de enero había escrito:
De pronto la vida se me fue transformando en un infierno. En un terrible infierno.
Este infierno en el que me debato. Infierno entre la soledad y el vacío. Desierto de extrañezas.
La vida puede sorprendernos con heridas nuevas. Heridas nuevas desgarrándose  sobre las antiguas. El alma duele y no podemos calmar ese insondable dolor.
El tema del suicidio sobrevuela mi cabeza y lentamente me va tomando la mente. Creo que es la mejor solución, o  la única, para finalizar con tanto dolor.
Estoy quebrado. Deberé tirarme de un piso alto. Para despedazarme del todo. Como a mis sueños. Como a mis recuerdos voraces asesinos.

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