Un señor con gesto extraviado me para en la calle para pedirme unas monedas.
Sus ojos transmiten la tristeza de quien ha perdido sus ilusiones hace tiempo.
Luego de agradecerme por mi insuficiente ayuda me dice:
“Sabe amigo, yo siempre tengo el mismo sueño desde que era joven. Sueño que vuelo, pero nunca termino de subir adonde quiero. Siempre vuelo bajito, muy bajito. Hay unos pájaros que alcanzan altura y yo quisiera llegar hasta ahí, pero por más que me esfuerzo, no puedo”
Quizás la vida de una persona puede sintetizarse en una metáfora.
Quizás haya metáforas tan obvias que entenderlas como tales sea un exceso.
El señor se fue caminando lentamente. Su cuerpo estaba encorvado.
No pude dejar de pensar que la vida ha sido cruel con tantas personas.
En algún lugar de la ciudad alguien camina detrás de una limosna.
En algún momento de la noche alguien sueña con volar alto, pero no podrá levantar vuelo.
Quizás esa misma noche alguien sueñe también con llegar a ser un dios para atemperar los dolores de las almas que vagan en pena.
Quizás algún dios real sepa que todas las variedades del dolor tiene un sentido que algún día se nos revelará.
Quizás llegará el día en que podamos por fin volar. Hasta donde nuestra liberad nos lleve.
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