viernes, 9 de marzo de 2012

Borges y (la espantosa) esfera de Pascal

En su exquisito ensayo “La esfera de Pascal”, Borges al referir a las diversas entonaciones de una metáfora (en este caso la que sostiene que “la naturaleza es una esfera infinita cuya circunferencia está en todos lados y su centro en ninguna”), destaca el horror que invadió a Pascal ante la idea de un espacio y tiempo infinitos. Transcribo la cita:
“En aquel siglo desanimado, el espacio absoluto que inspiró los hexámetros de Lucrecio, el espacio absoluto que había sido una liberación para Bruno, fue un laberinto y un abismo para Pascal. Éste aborrecía el universo y hubiera querido adorar a Dios, pero Dios, para él, era menos real que el aborrecido universo. Deploró que no hablara el firmamento, comparó nuestra vida con la de náufragos en una isla desierta. Sintió el peso incesante del mundo físico, sintió vértigo, miedo y soledad, y los puso en otras palabras: “La naturaleza es una esfera espantosa, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.”
Pienso que la idea del infinito es demasiado ambivalente para el espíritu humano.
Quizás en nuestro fuero más íntimo alberguemos una profunda vocación de infinito. No es menos cierto que pensar seriamente en lo infinito puede abrumarnos.
Necesitamos siempre una nueva puerta, pero también quisiéramos sentirnos en casa.
Necesitamos irnos del barrio para ser ciudadanos del mundo. Pero, tarde o temprano, quisiéramos volver a ese barrio.
Quizás la vida sea un permanente ir y venir entre la necesidad de huir y la de quedarnos en algún lugar. Agregar que, luego de ese hipotético regreso, quisiéramos quedarnos para siempre, es volver a caer en el horror al infinito, en este caso expresado por el tiempo. Pero tampoco nos bastaría una aventura eterna sin pensar en el añorado regreso. Al fin y al cabo, parte del sabor de la aventura es poder volver para compartirla en nuestra pequeña aldea.
Lo mismo sucede con las relaciones humanas. Ansiamos conocer gente pero, tarde o temprano necesitamos quedarnos con alguien y en alguien.
¿Qué contrapuestos son el cielo de las infinitas galaxias que maravilló a Giordano Bruno y los pequeños cielos que imaginamos junto a las personas que amamos!

1 comentario:

  1. La cita está mal. Debe ser así:
    «En aquel siglo desanimado, el espacio absoluto que inspiró los hexámetros de Lucrecio, el espacio absoluto que había sido una liberación para Bruno, fue un laberinto y un abismo para Pascal. Éste aborrecía el universo y hubiera querido adorar a Dios, pero Dios, para él, era menos real que el aborrecido universo. Deploró que no hablara el firmamento, comparó nuestra vida con la de náufragos en una isla desierta. Sintió el peso incesante del mundo físico, sintió vértigo, miedo y soledad, y los puso en otras palabras: "La naturaleza es una esfera infinita, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna." Así publica Brunschvicg el texto, pero la edición crítica de Tourneur (París, 1941), que reproduce las tachaduras y vacilaciones del manuscrito, revela que Pascal empezó a escribir effroyable: "Una esfera espantosa, cuyo centre está en todas partes y la circunferencia en ninguna."»
    “Otras inquisiciones”, en Obras completas, Vll, Buenos Aires, Ed. Emecé

    ResponderEliminar